skip to Main Content

Los desafíos regulatorios en la transición energética al 2050

BARCO

Proyecciones de DNV GL Maritime

Con los cambios en el uso de combustibles y límite de emisiones, las nuevas dinámicas de consumo y la consolidación naviera, los marcos regulatorios locales y globales están frente a un enorme desafío, intentando delimitar rangos de acción que definirán a la industria. De acuerdo al reporte MARITIME FORECAST TO 2050 de DNV GL Maritime, la industria se verá fuertemente impactada durante los próximos cinco años en materia regulatoria.

Solo en el área ambiental hay tres grandes temas: el límite global de emisiones de sulfuro impuesto por la OMI, los requerimientos Tier III de la OMI para limitar las emisiones de óxidos de nitrógeno en áreas de control de emisiones y la regulación de manejo de aguas de lastre de acuerdo a la convención internacional para el control y manejo de aguas de lastre y sedimentos de buques. El control de gases de efecto invernadero será otro desafío en las próximas décadas. Además, junto con los requerimientos globales de dióxido de carbono, habrá iniciativas locales, regionales y nacionales para reducir emisiones nocivas de Nox y partículas de óxidos de sulfuros.

“Esperamos que mejoren las regulaciones de seguridad cada vez más. Esto está relacionado principalmente con asegurar que las nuevas tecnologías y combustibles puedan ser aplicados de manera segura y enfrentar desafíos ligados a la digitalización, tales como ciber riesgo, autonomía y sistemas de control”, lee el estudio, que identifica el principal desafío para la industria naviera la descarbonización de sus actividades.

 La ambiciosa OMI

La organización marítima internacional piensa en grande. La entrada en vigencia de la limitación de emisiones de sulfuros en 2020 -y otras medidas que se irán imponiendo en el mediano plazo- implicarán la aplicación de tecnologías aún ‘inmaduras’ y la utilización de grandes volúmenes de combustibles carbono neutrales, los cuales serán esenciales para cumplir con las metas de la OMI al 2050 y 2100.

El problema recae en que los armadores tendrán que tomar decisiones futuras –que determinarán su interacción en la industria- en base a soluciones que aún están en proceso de desarrollo, todo por cumplir con las regulaciones ambientales en el plazo provisto. El impacto financiero y operativo de estas decisiones podría ser significativo si la solución adoptada no resulta ser la más eficiente.

¿Qué medidas se adoptarán? ¿Podrán cumplir las navieras con la reglamentación a tiempo? ¿Qué impactos inmediatos se verán en la industria? Todas estas interrogantes se desprenden del estudio, el que plantea que la transición probablemente no será fácil.

Daniel Bosch Wood

Abogado Maritimista

LLM Southampton

Las Palmas de Gran Canaria